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Artículo de Enrique Mateu para la Fundación Nino Díaz

Nada como ver a la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta en acción en el telediario para que todo el mundo empiece a preguntarse «¿Qué ha pasado? ¿La rueda de qué? ¿La SGAE otra vez?»

Efectivamente, la SGAE sale a la palestra de nuevo por otro feo asunto cuando todavía no se ha celebrado el juicio principal de la operación Saga. Ahora el lío es la denominada ‘rueda de las televisiones’.

¿Qué es la rueda de las televisiones?

Para resolver esta pregunta me voy a permitir utilizar dos niveles. El primer nivel será la explicación rápida, clara, sencilla y muy resumida para los que no les gusta leer mucho. El segundo nivel es para masoquistas.

Primer nivel

La denominada Rueda de las Televisiones es una trama urdida por personas vinculadas al mundo de la música en connivencia con personas del mundo de la televisión para obtener pingües beneficios en otro ejemplo más de la cultura del pelotazo.

El funcionamiento básico es muy sencillo:

1.- Se registra una obra musical en la SGAE a nombre tuyo, de tu mujer, de tu cuñado o de un primo de Teruel. Vas alternando en el registro para que no cante demasiado el que personas que nunca han compuesto una sola nota, de repente registren cientos de partituras. Esa obra puede ser, simplemente, una obra antigua, lo que se denomina de dominio público, esto quiere decir que ya no generaba derechos de autor, cambiándole alguna nota imperceptible o directamente fotocopiando la partitura original y tachando alguna nota con un boli encima. No importa. La SGAE te la registra como tuya sin el más mínimo problema.

2.- Luego necesitas que esa obra sea interpretada en directo en televisión, porque los directos en la tele son los que más derechos generan en el reparto. Para ello tienes varias opciones. O contratas a un músico para que interprete tu música en directo en uno de esos programas nocturnos de videntes, concursos, etc, en los que la música no se oye. O grabas tú mismo al músico o músicos tocando ‘tu música’ y te haces un programa musical. Lógicamente una u otra opción necesita de un músico que acepte entrar en esta ‘rueda’ a cambio de dinero en mano o un pequeño porcentaje del negocio.

3.- Para finalizar, tienes que contactar con un responsable de programas de una televisión para convencerle de que programe ‘tu música’ en su parrilla cuando casi nadie ve la tele pero que, curiosamente, paga derechos de autor estupendamente. Recuerden que la clave es que la música está en directo, que es como más derechos genera, ya sea de día o de noche. Pero de noche es más fácil ‘colocar’ tu producto porque hay muchas horas muertas para hacer caja. ¿Pero porqué la televisión va a aceptar tu oferta? ¿Por su compromiso con la cultura y con la música en directo? ¡Va a ser que no! Va a aceptar porque le vas a ofrecer el 50% de los derechos de autor. Dicho de otra manera y para que quede más claro: las televisiones están obligadas a pagar a la SGAE unas cantidades de dinero, sí o sí, por la utilización de contenidos con derechos de autor. La idea es que de ese dinero que pagan le devuelvan el 50%. ¡Por eso se llama ‘la rueda de las televisiones’! Porque el dinero gira en la tele como en una divertida rueda (divertida para los que están en el ajo, claro).

4.- Me imagino que te preguntarás qué desde cuándo se sabía todo esto. Pues todo esto empezó hace unos 10 años y ya lo denunció públicamente un colectivo, del que tuve el honor de ser cofundador, denominado ‘Autores Indignados’ hace seis años. Fue Antón Reixa, el presidente de la SGAE elegido justo después de la detención de Teddy Bautista en la operación Saga, el que en su intento por reparar el desaguisado que dejó Bautista, comenzó a investigar a una decena de autores que de la noche a la mañana habían registrado cantidades ingentes de música y cobrando casi el 50% de todos los ingresos de la sociedad, muy por encima de los grandes compositores consagrados. Esto le valió que lo echaran hipsofacto. La explicación del cómo fue posible que echaran a quien intentaba acabar con estas malas prácticas es solo para los masocas del segundo nivel.

5.- Ahora solo te queda saber de cuánto dinero estamos hablando. Según el auto judicial podemos estar hablando de un presunto fraude de hasta 100 millones de euros en unas pocas manos.

Segundo nivel

¿Seguro que quieres continuar? ¡Pues vamos a por ello!

1.-No solo te sirve el retocar una pieza de Mozart o Satie, registrarla a tu nombre y engatusar a un estudiante del conservatorio diciéndole que lo vas a hacer famoso sacándolo en la tele tocando en directo. Para este caso le preguntabas al chaval cuál era el repertorio que estaba estudiando en clase, lo registrabas a tu nombre por el método anteriormente descrito… ¡Y el chaval hasta estaba dispuesto a tocar pagando con tal de salir en la tele para que lo vieran en casa y los colegas!

Pero hay más fórmulas, como decía. También podías contratar a un machaca que te compusiera cualquier tontería por unos eurillos y lo registrabas a tu nombre, que en el caso de los programas de brujas y ruletas no tienes problema porque ni se oye lo que están tocando.

Luego está el nivel más refinado o ‘high class’. Consiste en hablar con un artista o un grupo, que podía ser un cantautor, un grupo de rock, de flamenco, de jazz, etc al que se le ofrece grabarlo en directo con su propia música para luego pasarlo un número importante de veces por las televisiones. En este caso podemos estar incluso hablando de artistas del más alto nivel profesional. La trampa está en que les dices que la forma de pago es exclusivamente por los derechos de autor. Pero que como la cifra que va a generar es tan elevada, que lo que van a tener que hacer es firmar una editorial cediendo la mayor parte de esos derechos de autor para quien produce el programa (tú en este caso) y para la televisión porque para que los programen hay que devolverle una buena parte del derecho de autor que paga dicha televisión.

Como estamos ya en el segundo nivel, explicaré que todo esto se hace mediante lo que se denomina como ‘editoriales’, que son sociedades mercantiles que ‘representan y gestionan derechos de autor’, que, para el caso que nos ocupa, es la manera fina y elegante de denominar al intermediario sacamantecas de toda la vida. El músico acepta porque al año puede terminar percibiendo 10 o 20 mil euros o incluso más.

Así vemos que en realidad hay bastantes modelos para entrar en la rueda de las televisiones. Unos más cutres y otros más de guante blanco. Pero les aseguro que absolutamente todos los responsables duermen tranquilos y te dicen, mirándote a la cara, que no es ilegal y que si no lo hacen ellos lo harán otros. Incluso se suben al estrado en las asambleas de la SGAE para defender ‘sus derechos’, cuando todos sabemos que jamás han sabido escribir una nota (a veces ni en castellano) y que tienen hasta miles de temas registrados de forma fraudulenta, y otros tantos sus familiares, y se han llevado millones de euros por la cara, cobrando inmensamente más que muchos de los más importantes compositores de España. Pero como han sido golfos de profesión toda su vida, ni se inmutan. Yo creo que lo llevan en el ADN. Como los políticos, que estando pringados hasta las orejas dicen mirando a cámara «hay que acabar con los corruptos que solo son casos aislados»…

En este punto hay que decir que gran parte de la culpa la tiene la propia SGAE. Y la tiene porque en esta sociedad cada persona no tiene un voto, sino que cada persona tiene más o menos votos dependiendo del dinero que recaude. Esto permite que una persona que ha obtenido grandes ingresos de forma fraudulenta pueda acceder al cargo o pueda decidir si pone a este o aquel directivo que defiende su modelo particular de negocio. Y por si esto no fuera poco, la E del acrónimo que significaba ‘España’ (Sociedad General de Autores de España) se cambió por ‘Editores’ que son los famosos intermediarios que expliqué antes. Esto fue como meter al lobo en el corral para pedirle su opinión. Así que los que más votos tienen en la sociedad son, precisamente, los de la rueda, salvando algunas excepciones, claro. Todo esto son herencias de la gestión de Eduardo Bautista que con unos inicios francamente magistrales, al mantenerse en el puesto durante demasiado tiempo, le hizo perder el norte cambiando el foco de atención del autor al dinero, puede que sin ni darse cuenta y hasta con la mejor de las intenciones. Pero así fue. Y así continúa siendo porque los que ahora dirigen el cotarro los han puesto ellos mismos.

La cuestión, que todos se preguntarán, sobre cómo una sociedad de gestión permite que se registre obras en estas condiciones… ¿Cómo no las va admitir si en los propios sótanos de la SGAE, en su sede de Madrid, se trabajaba digitalizando obras de dominio público para registrarlas luego y que así volvieran a generar derechos?

2.- Ya he explicado que en los diferentes niveles de la trama se podían encontrar desde estudiantes de final de carrera, ávidos de acelerar su camino hacia el estrellato, hasta músicos del más alto nivel que por necesidades económicas han tragado lo intragable, como era permitir que se apropiaran de su derecho de autor y que no les pagaran por trabajar como intérpretes. Porque una cosa es componer y otra el interpretar. Parece evidente que a este nivel, el de los músicos, no está ninguno imputado y que no tendrán problema alguno aunque hayan sido ‘cooperadores necesarios’, salvo problemas de conciencia, el que los tenga. Pero el dinero suele ser un producto de limpieza para conciencias muy efectivo.

3.- Sobre la participación de las televisiones poco más hay que decir ya que su papel y su intención es clara y sencilla, da el nombre a la trama y ha quedado plenamente explicada en el primer nivel de este artículo de opinión. Solo puntualizar que estas prácticas de pedir derechos de autor para que el dinero que pagaban a la SGAE les fuera devuelto en una determinada proporción, generalmente del 50%, no solo las han venido utilizando en los programas nocturnos sino también en algunos de los más conocidos programas diurnos.

4.- El martes pasado se detuvo a 18 implicados a los que se les acusa presuntamente de delitos como “organización criminal, corrupción en los negocios y estafa”. Los primeros nombres que han trascendido son los nueve principales investigados:

Manuel Carrasco (no el conocido cantante), pianista y compositor es «una de las personas fundamentales de la rueda» que junto con Fernando Bermúdez “han tejido un entramado empresarial dedicado a la falsificación, manipulación, producción y creación de obras musicales de baja calidad, valiéndose de testaferros para ocultar sus actividades e identidades. Las obras referidas son utilizadas y reutilizadas para formalizar contratos de forma connivente con las cadenas de televisión basados en la contraprestación económica o patrimonial de manera encubierta”, según informaba el diario El País hace unos días.

Fernando Bermúdez se ocupa de la “parte comercial, técnica y de introducción de contenido en las distintas televisiones”. “El círculo formado por él, su mujer, Ana María Beltrán Lassaletta, la cesionaria de ambos y la editorial Eurodelta Music” muestra un espectacular incremento creativo: “Con anterioridad a 2005 registra una obra. En adelante, registraron 644 obras y recaudaron 3,2 millones”, según la misma fuente.

Rafael de Tena, hermano de Manolo Tena ya fallecido, “Lidera otro grupo de personas en el ámbito de la rueda” registrando junto a Juan Márquez (bajista del grupo Coz conocido por el tema ‘Las chicas son guerreras’) 20.173 obras entre 2006 y 2012, con beneficios que superan los siete millones de euros, siempre según la misma fuente.

Nuria Rodríguez Fernández, “dirige la actuación de los principales miembros de la rueda para la perpetuación del sistema”, según el auto.

Antonio Blanco Mateos, “es una pieza fundamental”. “A él acuden para que les informe del sistema de reparto, liquidaciones, el régimen estatuario y funcionamiento interno de la SGAE”, según el auto.

Iván Emilio Martínez Pernia, “realiza funciones comerciales, gestionando contactos con diferentes personas relacionadas con las televisiones nacionales y extranjeras”, según el texto.

Carlos Salazar Murillo, Jefe de División Musical de Canal Sur Radio y Televisión. Según el juez, hay indicios “claros” de que “recibe una contraprestación económica por favorecer las emisiones de los repertorios de Carrasco y Bermúdez”, según publica El País.

Francisco Javier Valero Baquedano, “en Telemadrid se encarga de mover el repertorio de Carrasco y Bermúdez, entre otros”, afirma el juez.

José Luis Rupérez Cebolla, “mantiene fuertes contactos en televisiones que benefician las emisiones de sus repertorios” y «pasa de tener una actividad autoral nula a un ritmo de creación artística muy elevada, que le suponga unos beneficios económicos muy cuantiosos”. De ahí que el texto concluya que se trata de unos de los socios de la SGAE “con más interés en perpetuar el sistema de la rueda”, según informa El País.

5.- A todas estas, la entidad ha emitido un comunicado en el que afirma que «no afecta a la SGAE como sociedad sino a algunos de sus asociados entre los más de 120.000 que forman parte de ella, así como a un extrabajador». Pero la realidad es que la SGAE está metida hasta las cejas al no permitir que cada socio tenga un voto y consentir la concentración de votos en quienes obtienen derechos de forma fraudulenta, al permitir que cualquiera registre cualquier cosa sin el más mínimo control o seguimiento cuando, además, fue la propia entidad la que financió un sistema de control y seguimiento de obras (MVCO) que llegó a obtener la estandarización ISO/IEC JTC1/SC29/WG11 (MPEG) y que no ha querido implementar deliberadamente porque no está interesada en una gestión eficaz y transparente que terminaría con esta filosofía del pelotazo. Y es responsable, en mi modesta opinión, porque la Junta Directiva, gracias a este sistema de votos antidemocrático, está llena de implicados directa e indirectamente en estas malas praxis y fueron los que hicieron la vida imposible y terminaro echando vilmente a Antón Reixa por querer acabar con su chiringuito personal.

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