«El sector del taxi se lanza a una guerra larga e implacable contra la competencia ilegal de las plataformas digitales…»
Así reza la portada hoy de un importante medio de comunicación nacional junto con una impactante foto de la huelga de ayer.
Nada más leerlo, pensé que los taxistas van a dejar de bajarse música, películas, series y libros gratis de Internet y que van a luchar para que los profesionales podamos vivir dignamente de nuestra profesión. Pero no. Su lucha es solo contra las plataformas digitales que les perjudican a ellos de forma directa. Las otras, aparentemente, las seguirán utilizando y permitiendo sin ningún problema. Parece ser que solo les preocupa el que ellos puedan desarrollar su profesión de manera digna.
Mi gozo en un pozo. Por un momento me había parecido que los principios de solidaridad e igualdad empezaban a hacer mella en España y que la gente empezaba a tener la buena costumbre de ponerse en el lugar de los demás en vez de pensar solo en su propio ombligo. Nada más lejos de la realidad.
Cierto es que Internet está suponiendo una revolución, un cambio de paradigma, un cambio disruptivo en la concepción y en el funcionamiento del mundo tal y como lo conocíamos. Pero no parece razonable que aquellos que tienen capacidad para salir a la calle y presionar (incluso amenazar) a la sociedad, consigan retrasar estos cambios unos años mientras que los demás tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos. Y digo retrasar porque, se pongan como se pongan los taxistas, su modelo de negocio del siglo pasado va a desaparecer. Es inevitable. Los coches eléctricos con conductores virtuales, así como los transportes públicos en general dirigidos por sofisticados ordenadores, son una realidad y es solo problema de tiempo que llenen nuestras calles y nuestros espacios aéreos.
O cerramos todas las plataformas digitales, o las permitimos todas y nos reconvertimos, como llevamos haciendo desde hace siglos ya que si no hubiera sido así todavía viviríamos en cavernas matando mamuts.
No tengo aun opinión formada sobre el tema, así que voy leyendo lo que puedo. Por si no lo conoces, te incluyo este enlace de un artículo sobre este mismo asunto que ha publicado Juan Carlos Monedero y que pone el ojo en otro lado.
http://m.publico.es/columnas/11000000018700005259/comiendo-tierra-uber-y-cabify-o-atracarnos-a-nosotros-mismos
Efectivamente, Antero, esa es la otra pata del asunto y que, aunque pudiera parecerlo, no contradice lo que yo he expuesto.
Por un lado está la cuestión del egoísmo humano que ha permitido que en este proceso constante de cambio, cuando el cambio le ha tocado a otro, y todo eso que denuncia Monedero le ha ocurrido a otro sector, nos limitamos a decir ‘se siente’ y aprovecharnos.
Es lo que ha pasado con el sector de la cultura. Gracias al avance tecnológico podemos acceder gratis a contenidos culturales, ya sea en formato libro, pelis, música, fotografía, videojuegos, etc, saltándonos toda norma básica de convivencia, toda lógica que permita a los trabajadores de la cultura obtener un justiprecio por su trabajo. Y la gente se ha limitado a decir que los intermediarios eran unos ladrones, bla bla bla bla (que es verdad todo), pero que no es excusa suficiente para que el trabajador trabaje gratis para los demás.
Ahora no es que gracias a una aplicación de móvil podamos teletransportarnos gratis de un sitio para otro (que sería estupendo) sino que puedes conseguir ir de un sitio para otro de forma más económica, cómoda, sostenible y eficiente (blablacar, uber, cabify, socialcar, etc).
Si fuera posible la primera opción, el teletransportanos gratis, todo el mundo la utilizaría y dirían que los taxistas están explotados por los dueños de los taxis, bla bla bla (que es verdad todo) y los transportistas estarían exactamente con el mismo problema que ahora tienen los creadores. Pero como solo es posible la segunda opción que te ahorras algo de dinero, pues la gente la usa sin grandes aspavientos.
¿Significa que es razonable esta situación que denuncia Monedero? ¡Claro que no! Pero digo yo que la solución debe pasar para todos por igual y no solo para cuando te toca a ti, para cuando afecta a tu trabajo.